El capitalismo “cafisho” explota la creatividad de las personas específicamente en América Latina, donde
tenemos que pensar y luchar concretamente. La precariedad en América Latina conlleva una fragilidad, esa fragilidad por sí misma no tiene nada de malo; por el contrario: es el corazón mismo de la creación de realidades subjetivas y objetivas, que te ves forzado a crear. En este sentido la gente suele decir que ya no tenemos mitos pero en realidad ¡este es el mito del capital y es un mito poderosísimo y totalmente religioso! Es el mito que promete el paraíso en la tierra. Para Tatyana y Hernan el mito es la promesa de la Reforma agraria que han hecho los políticos durante décadas, por ende fabrican el paraíso “Banana Valley” donde confirman que el capital financiero no fabrica mercancías como lo hace el capital industrial, sino que fabrica mundos. De esta forma utilizan su fragilidad, su creatividad para el deseo de fantasear un mito sobre la tierra prometida dentro de un metaverso que festeja la Reforma agraria Colombiana, en un second life, debido al fracaso de la realidad, lo que quiere decir que es un festejo a la “ilusión de lo absurdo” porque seguro nos seguiremos engañando y repitiendo los fracasos de este siglo, pero en otras dimensiones. De esta forma, el metaverso funciona como una ficción política de una tierra utópica en una narrativa neurodanzante donde el trabajo cyber-mecánico mina la nueva ilusión.